Buenas noches, Hermano, buenas noches, Hermana.
Esta noche traigo conmigo a un viajero extranjero,
que su persona sea sagrada para vosotros,
que se extienda el mantel de fiesta,
que se ponga el vino a refrescar,
que se corte el pan.
Preparad un baño perfumado,
preparad los vestidos de fiesta
y que en cada candelabro,
¡nazca la luz!
Hablaremos juntos el único lenguaje
que nos aúna:
el de la alegría, la amistad, el amor.
No le preguntes
ni de dónde viene,
ni dónde va,
ni quién es…
Acéptalo como yo lo he aceptado.
Totalmente,
con el fervor de un amor que él hubiera creído imposible…
Thérèse Willekens -1984