Reflexionaba en Junio del año 2014 sobre la mitad de una vida, de la que seguramente había doblado la esquina para adentrarme en su segunda parte. Muchísimas dudas sobre la validez de lo andado, y otras tantas interrogantes sobre lo que quedaba por andar.
Vida de luces y muchas sombras, con las contradicciones entre lo que vivía y lo que quería vivir. Me encontraba entonces en un auténtico ecuador y necesitaba luz para cruzarlo.
Releí por aquel entonces el poema Ítaca de Cavafis, que se me clavó como un dardo, sirviendo de inspiración para responder y articular el sentido de la vida, de mi vida. La vida articulada como un viaje, del que sólo tenía que desear que continuase, tan lleno de aprendizajes como ya había sido. Un paseo filosófico, como el de los Peripatéticos en la antigua Grecia.
Aquel 18 Junio del 2014 publiqué en mi blog Ítaca de Cavafis, sin añadir un sólo comentario, bajo el título “Itaca, antídoto contra el fracaso”
Cavafis me inspiró para reflexionar y escribir sobre el viaje, lugares y gentes en mi vida. Trampoline Editores me permite contártelo.
Jerez en los 80, una bodega y el Instituto Alvar Nuñez; y desde allí paseando hacia el Norte y Oriente durante treinta años con profesoras de filosofía, con una mujer a orillas del Ganges, maestras en India, sabios, activistas, guerrilleros, feministas, cineastas, escritores, académicos, periodistas, truhanes, jueces, lamas, swamis, reos, abogados y otra muchas gentes de mal vivir.
Historias de gentes que recordar si quiero y en las que fue mi intención que te vieses a ti misma.